Sunday, November 24, 2013

Samsa enamorado



Haruki Murakami

(Fragmento) 

 

Despertó para descubrir que había sufrido una metamorfosis y se había transformado en Gregorio Samsa.

Yacía bocarriba sobre la cama, mirando el techo. Le tomó tiempo para que sus ojos se acostumbraran a la falta de luz. El techo parecía un techo común, de los que puedes encontrar en cualquier parte. Alguna vez había sido pintado de blanco, posiblemente crema pálido. Años de polvo y suciedad, sin embargo, le habían dado ese color de leche echada a perder. No tenía adornos, ninguna característica que lo definiera. Ningún argumento, ningún mensaje. Cumplía su función estructural y no aspiraba a nada más.

Había una ventana grande a un lado de la habitación, a su izquierda, pero sus cortinas habían sido removidas y había sido colocado cartón en el marco. Habían dejado aproximadamente una pulgada de espacio en cada lado horizontal del cartón, no era claro si había sido intencional o no. Rayos matutinos del sol brillaban a través de estas aberturas dibujando unas líneas paralelas en el piso. ¿Porqué la ventaba fue barricada de esa ruda manera? ¿Se aproximaba una gran tormenta o tornado? ¿O sólo fue para evitar que alguien entrara? ¿O para evitar que alguien (él, a lo mejor) saliera?

Aún acostado, lentamente giró su cabeza y examinó el resto de la habitación. No pudo ver algún otro mueble aparte de la cama donde estaba. Ninguna cajonera, escritorio o silla. Ninguna pintura, reloj o espejo en las paredes. Ninguna lámpara, ninguna luz. Ni siquiera pudo distinguir algún tapete o alfombra en el piso, sólo madera desnuda. Las paredes estaban cubiertas con papel tapiz de un complejo diseño, pero era tan viejo y desteñido que en las penumbras era casi imposible descubrir de qué diseño se trataba.
La habitación había servido, quizá alguna vez, como habitación normal. Sin embargo ahora todos los vestigios de vida humana habían sido removidos. La única cosa que permanecía era su solitaria cama en el centro. Y no tenía sábanas, cobijas o almohadas. Sólo un antiguo colchón. 

Samsa no tenía idea de dónde estaba o de lo que debería hacer. Todo lo que sabía era que ahora era un ser humano cuyo  nombre es Gregorio Samsa. ¿Y cómo supo eso? ¿Quizás alguien se lo había murmurado al oído mientras dormía? ¿Pero, quien había sido antes de que se convirtiera en Gregorio Samsa? ¿Qué había sido?


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